Cuántas veces les respondemos a nuestros hijos, luego de una pregunta, “después te contesto”. Generalmente el niño escucha varias veces esta palabra: DESPUÉS. Y no nos damos cuenta que un gran porcentaje de los niños no vuelven a preguntar al respecto. Y no es porque se hayan olvidado o bien porque hayan perdido el interés.
No nos repreguntan porque nosotros no les dimos la real importancia que se merecen. Es muy triste pensar que un celular, el uso de las redes sociales o un programa de TV son más necesarios que ellos. Porque muchas veces no es que no contestamos porque estamos trabajando o algo por el estilo, muchas veces no damos respuesta porque estamos navegando sin sentido en los medios comunicativos y nos olvidamos de que alrededor nuestro hay personas.
Debemos ser conscientes que al escuchar y contestar les estamos dando importancia a su inquietud, comprensión y seguridad ante la vida. Estamos ayudando a que esa curiosidad tan viva que tienen los pequeños no se pierda.

¿Sabemos qué música, qué tipo de programas, qué deporte y qué juego les gustan a nuestros hijos? En la medida en que nuestros hijos sepan que conocemos sus gustos, sus intereses, sus deseos, van a recurrir a nosotros en lugar de hacerlo con el compañero, o tal vez con la madre o el padre de algún amigo.

Que costumbre tan arraigada en nosotros, los padres, “prometer” prebendas para que nuestros hijos realicen una tarea. Y que pocas veces cumplimos con ellas, sin darnos cuenta del sentimiento de frustración que generamos en los niños, que ya no sólo no creerán en nosotros, sino que desconfiarán del resto de las personas.
Si sus padres no cumplen ¿quiénes cumplirán? Evitemos prometer si no estamos completamente seguros de cumplir con nuestra palabra, sabiendo que ésta debe tener un verdadero valor que hará que ellos – hijas e hijos – se eduquen en un mundo mejor. Recordemos además que debemos ser ejemplos para ellos.